Lázaro I. Rodríguez Oliva
Miembro del Panel de Expertos (2020-2023) del Fondo
Internacional para la Diversidad Cultural (FIDC)
Lázaro I. Rodríguez Oliva es consultor internacional de políticas culturales, economía creativa y desarrollo sostenible. Es miembro del Panel de Expertos del Fondo Internacional de Diversidad Cultural (2020 - 2023) de la UNESCO, y forma parte del Grupo de Expertos de UNESCO/Unión Europea en Gobernanza de la Cultura de los Países en Desarrollo. Es autor del informe del Banco Interamericano de Desarrollo, “Economía Creativa en América Latina y el Caribe: Mediciones y Desafíos” (2018). Rodríguez fue coordinador del programa Panamá Ciudad Creativa de la UNESCO en Gastronomía (2017 - 2020), y presidente de Ibercocinas, una iniciativa de cooperación cultural de la Secretaría Iberoamericana (2019 - 2020). Actualmente sigue acompañando procesos de investigación, formulación e implementación vinculados con la promoción de la diversidad cultural y su potencial en la transformación de las políticas culturales, y su relación con la economía biocreativa y el desarrollo sostenible.
Durante sus primeros diez años, el Fondo Internacional para la Diversidad Cultural ha enriquecido el sistema creativo global, con un impacto manifiesto en las comunidades del Sur global. En la actualidad, se encuentra planificando sus actividades para la siguiente década, la recuperación de la pos-COVID-19 y el esfuerzo que debe realizarse para alcanzar los Objetivos de la Agenda 2030.
La Convención sobre la protección y la promoción de la diversidad de las expresiones culturales, el instrumento legal multilateral de la UNESCO para apoyar la economía creativa, fue un punto de inflexión para las inversiones de impacto en patrimonio y creatividad del mundo entero. La Convención ha sido fundamental para reconocer el carácter singular de los bienes, los servicios y las actividades culturales como vehículos de identidad, valor y sentido, señalando que si bien los bienes, los servicios y las actividades culturales tienen un valor comercial importante, no son meras mercancías o bienes de consumo. El Artículo 18 de la Convención establece la creación e implementación del Fondo Internacional para la Diversidad Cultural (FIDC), para apoyar los objetivos y los compromisos de la Convención. El Fondo es un plan de múltiples donantes, financiado por
contribuciones voluntarias que realizan los países miembros de la Convención; fondos destinados a tal fin por la Conferencia General de la UNESCO; contribuciones, donaciones o legados por parte de otros Estados; organizaciones y programas del sistema de las Naciones Unidas; otras organizaciones regionales o internacionales, y organismos públicos o privados, además de individuos. El Fondo también se nutre de todo interés devengado
por los recursos de este; fondos recaudados a través de colectas e ingresos procedentes de eventos organizados en beneficio del Fondo, y muchos otros recursos, siempre que UNESCO los autorice.
Desde 2010 el FIDC ha invertido USD8.324.802 para financiar 114 proyectos en 59 países en desarrollo. Las principales áreas creativas a las que se brindó apoyo durante la primera década son las artes escénicas, la música, el cine/ las artes audiovisuales, las artes visuales, la edición, el diseño y las artes mediáticas, con un impacto cultural a nivel global. Si se tiene en cuenta que los principales beneficiarios del FIDC son los países en desarrollo, se han priorizado los modelos y las narrativas excluidas de las tendencias dominantes. Estos incluyen iniciativas de cooperación destinadas a promover la diversidad de las expresiones culturales y a globalizar las acciones de los ecosistemas y emprendedores creativos a nivel local. A través de actividades que impulsan la creación de capacidad, asociaciones público-privadas, planes alternativos de financiación para la cadena de valor de la economía creativa y proyectos dirigidos por mujeres, el Fondo ha demostrado tener un impacto en las comunidades del Sur global.
En América Latina, por ejemplo, el FIDC contribuyó USD92.000 al apoyo de Retina Latina, una iniciativa para “fortalecer la industria cinematográfica de América Latina en la era digital”, encabezada por Colombia, pero que involucra a otros países, como Bolivia, Ecuador, México, Perú y Uruguay. Retina Latina generó un impacto cultural al contribuir al equilibrio de los intercambios Norte-Sur y Sur-Sur de bienes y servicios culturales, mediante el uso de mecanismos de promoción, y la creación y el fortalecimiento de cooperación Sur-Sur. Ello se logró mejorando el acceso a los mercados regionales e internacionales para el cine latinoamericano a través de mecanismos de promoción y de la creación y el refuerzo de la cooperación Sur-Sur. En África, el apoyo que brindó el FIDC a Namibian Tales, un grupo de músicos de la comunidad San de Namibia, ayudó a involucrar en el mercado global de la música a comunidades desfavorecidas. El disco de la agrupación musical Kalahari Encounters (Encuentros de Kalahari) ganó el Premio a la Mejor Producción de Álbum de Música Mundial en el Netherlands Awards 2017. En Brasil, en 2014 - 2015, el FIDC contribuyó alrededor de USD90.000 al proyecto “Libros electrónicos indígenas - emprendimiento cultural, creadores indígenas y cultura digital en Brasil”. Puesto que la Convención 2005 se enfoca principalmente en promover el papel de la cultura en el desarrollo sostenible, el FIDC ha destinado el 50% de sus aportes a los emprendedores culturales que se encuentran en ámbitos menos desarrollados, ayudando de esta manera a combatir la pobreza en África.
Además de estos impactos económicos, ambientales y sociales, el apoyo del FIDC destinado a la economía creativa del Sur global ha contribuido a enriquecer el ecosistema global para la diversidad cultural a través de la revalorización creativa de los recursos y de los procesos culturales locales. El apoyo a la creación, producción y distribución de bienes y servicios culturales, y el acceso a ellos, con el objetivo de crear economías creativas sustentables, también ha contribuido a fomentar la libertad de expresión, la participación de las mujeres y la digitalización de emprendimientos culturales populares.
Alineada con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, la convocatoria de propuestas de la edición 2020 del FIDC le da prioridad a proyectos orientados a generar un cambio estructural a través de la “introducción y/o elaboración de políticas y estrategias que tengan un efecto directo sobre la creación, la producción, la distribución y el acceso a una diversidad de expresiones culturales, incluidos los bienes, los servicios y las actividades culturales, y el refuerzo de capacidades humanas e institucionales de organizaciones del sector público y la sociedad civil, consideradas necesarias para apoyar industrias y mercados culturales que sean viables a nivel local y regional en los países en desarrollo”. Como consecuencia deliberada y directa, tienen derecho a recibir apoyo financiero las autoridades e instituciones públicas y las ONG de los países en desarrollo, como también las ONG internacionales.
Tras diez años de haber ejecutado sus objetivos de modo satisfactorio, el FIDC enfrenta nuevos desafíos al diseñar el enfoque para 2021, el Año de las Naciones Unidas de Economía Creativa para el Desarrollo Sustentable. El impacto de la COVID-19 en las economías creativas y culturales aún debe ser medido a nivel global, pero algunas ideas emergentes y observaciones colectivas apuntan a la necesidad de proponer respuestas colaborativas y coordinadas. Del lado de la UNESCO, hay una oportunidad estratégica e inexplorada para conectar el Fondo con recursos de fondos institucionales asociados con otras Convenciones de la UNESCO. Con respecto al Sistema de las Naciones Unidas, hay un potencial significativo para vincular el fondo con otras inversiones relacionadas con los ODS, tales como las que apuntan al cambio climático, la producción sustentable y los patrones de consumo y el turismo sustentable. Una reorientación de las prioridades del Fondo hacia planes de financiamiento de desarrollo vinculados con la Agenda de 2030 y la era pos-COVID-19 contribuiría a crear asociaciones más sólidas y a abrir el fondo a una diversidad de fuentes de financiación que aún no han sido exploradas. La siguiente década será decisiva en el logro de las metas 2030. Hay una oportunidad para que el FIDC encuentre mecanismos de asociación más flexibles, con instituciones regionales y bancos de desarrollo, a fin de promover modelos de economía creativa emergente, y financiar iniciativas relevantes que impacten directamente en las prioridades de la Agenda 2030 a través del patrimonio y la creatividad, particularmente a través de la cooperación Sur-Sur y Norte-Sur.
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